viernes, 17 de diciembre de 2010

narcotrafico medios de comunicacion

Cuando un delincuente publicita sus fechorías, aparte de las retorcidas motivaciones siquiátricas que pueda tener busca un efecto social. Y eso es lo que procuran las pandillas delincuenciales cuando alardean de sus crímenes.
Los medios de comunicación difunden esas fechorías porque son noticia. En muchas ocasiones la publicación de asesinatos, secuestros y venganzas de las bandas delincuenciales le permite a la sociedad conocer las dimensiones crecientes del crimen organizado y aquilatar su gravedad. Pero la difusión reiterada y atropellada de esos hechos, especialmente cuando se publican imágenes atroces de tales crímenes, puede crear un efecto de aturdimiento.

Mostrados sin jerarquización ni contexto, tales hechos e imágenes llegan ya no a exhibir sino a trivializar esos acontecimientos criminales. Y una cosa es que los atentados del crimen organizado sean desdichadamente cotidianos y otra, que perdamos nuestra capacidad de asombro ante ellos.

En otros casos la presentación sin explicaciones ni marco crítico de dichos sucesos contribuye a propagar un clima de desazón en donde los ciudadanos, hartos de tales asuntos, pueden preferir la indulgencia de los criminales antes que la acción del poder público para enfrentarlos.

Esos efectos paradójicos e indeseables que alcanza la exposición de hechos criminales están despertando una preocupación legítima tanto en algunos medios como en el gobierno mexicanos. El combate al narcotráfico tiene aristas variadas y posiblemente una de las más importantes sea la exposición pública de los actos criminales.

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